domingo, 1 de noviembre de 2009

REDACCIONES PAU. PLATON.

(La mayoría de las redacciones proceden de la guía didactica de Carlos Roser). Aquí está el enlace con su página web, donde hay algunas más, incluidas de alumnos por si quereis ver más modelos accesibles)

http://filosofia2bachiller.blogspot.com/2009/10/redacciones-resueltas.html


REDACCIÓN 1: PSICOLOGÍA Y EPISTEMOLOGÍA



Platón establece un dualismo antropológico consistente en una clara separación entre el cuerpo y el alma. El cuerpo es material, nace y perece y, por tanto, está sujeto a la generación y a la corrupción. Sin embargo, el alma, al ser inmaterial, es de naturaleza inmortal y eterna, de tal modo que tiende hacia la región inteligible, es decir, al mundo de las Ideas, con las que comparte todas sus características o, por lo menos, gran parte de ellas: es divina, inmortal e inmaterial.
Tras la muerte del cuerpo, el alma transmigra de un cuerpo a otro y sufre un proceso de reencarnaciones sucesivas hasta que consigue la liberación total del cuerpo, el cual constituye como su cárcel. Dicha liberación se consigue paulatinamente mediante el cultivo de la filosofía y, con ella, mediante el acercamiento al mundo inteligible. Reconocemos en todo esto la influencia pitagórica en la concepción que Platón desarrolla acerca del alma.
Sin embargo, antes de encarnarse en el cuerpo, el alma ha permanecido un tiempo en el mundo de las Ideas, y en él ha conocido la verdadera esencia de las cosas: las Ideas; de tal modo que en el alma existe una “huella” o recuerdo borroso de las Ideas, unos conocimientos acerca de lo inteligible que permanecen ocultos y enmascarados por las apariencias que nos proporcionan los sentidos en el mundo sensible. Estos conocimientos innatos se corresponden con la teoría de la reminiscencia de Platón (conocer es recordar), muy influido por su maestro Sócrates, y por la doctrina de la preexistencia del alma en el mundo inteligible, debido al proceso de reencarnación, también defendido por los pitagóricos.

El alma, según Platón, consta de tres partes: parte racional, parte irascible y parte apetitiva, que se corresponden con las virtudes de la sabiduría, la valentía y la moderación, respectivamente. Esta división tripartita sirve para explicar los conflictos internos y las tendencias opuestas entre las que se debate continuamente el alma. El predominio de cada una de las tres partes del alma determina tres tipos de personalidad diferentes, paralelos a las tres clases en que, —considera Platón—, debe dividirse el Estado: los filósofos-gobernantes, en los que predomina la parte racional y cuya virtud será la sabiduría; los guardianes, en los que predomina la parte irascible y cuya virtud debe ser la valentía; y, por último, los productores, en los que predomina la parte apetitiva o concupiscible, y cuya virtud debe ser la moderación de los deseos y apetitos que dominan al cuerpo.
Mientras que la mayoría de las facultades o virtudes del alma, lo mismo que las del cuerpo, pueden adquirirse mediante el ejercicio y la práctica, la virtud o facultad del conocimiento es eterna e inmortal, como el alma. Esta facultad, mayor desarrollada en aquellos que se escogen para ser formados en la filosofía, permite discernir la verdad a través del método dialéctico, que Platón toma en parte de su maestro Sócrates. Dicho método se basa en la inteligencia, dejando a un lado las creencias y opiniones, que tan sólo son apariencias que nos ofrecen los sentidos, habiendo comprobado que no son auténticas y verdaderas, y que por lo tanto, no corresponden al conocimiento máximo de la verdad, el cual el filósofo es capaz de descubrir por sí mismo, pues, de algún modo oscuro y misterioso, está ya, aunque de forma borrosa y confusa, dentro de su alma. Recordándolas mediante la dialéctica es como el alma conoce las ideas. Por otro lado, la afirmación platónica de que existen ciertos conocimientos innatos en el alma humana contrasta con el empirismo que defienden los sofistas (contemporáneos de Platón), y que se basan en los conocimientos adquiridos mediante la experiencia y que, por lo tanto, deben ser “infundidos”.

En resumen, Platón considera que el hecho de que el alma, por ser inmortal y eterna, permanezca en contacto con el mundo inteligible, permite el conocimiento de las Ideas, que, aunque de forma oscura y borrosa, es innato en las personas, que son capaces de descubrirlo por sí mismas, particularmente si se posee un alma con predominio de la parte racional sobre las otras dos.

COMENTARIO: La redacción se centra en el tema propuesto, si bien no se atiene exactamente al esquema “Introducción-Desarrollo-Conclusión”, aunque se concluye con una breve síntesis de lo fundamental. Se aclaran algunos de los conceptos filosóficos que se introducen (“dualismo antropológico”, “cuerpo”, “alma”, “reminiscencia”, etc.); no obstante, no se clarifican otros o se explican de forma algo confusa e incompleta (“Idea”, “lo inteligible”, “opiniones”, etc.). La redacción y la expresión son buenas; no hay errores importantes de contenido, aunque el párrafo subrayado resulta confuso, probablemente debido a un problema de expresión y/o de una insuficiente asimilación de ciertos contenidos. Tres de los 6 párrafos que conforman la redacción son introducidos por partículas conectoras (3º: sin embargo, 5º: mientras que, 6º: en resumen), que ayudan a hilvanar mejor el texto y a darle mayor coherencia. La alumna contrasta además la opinión de Platón con la de otros autores (los sofistas), y menciona además las influencias de Sócrates y a los pitagóricos en aspectos que encajan bastante bien con el título de la redacción.



REDACCIÓN 2: ÉTICA Y POLÍTICA

[1.Introducción]

En el título de la redacción, “Ética y política”, se nos propone que expongamos la relación entre estos dos términos, que enlazarán el comportamiento humano (virtudes morales) con la forma de gobernar un Estado (la política). Para iniciar esta redacción es necesario plantear una serie de cuestiones o problemas, como por ejemplo: ¿La ética debe ir ligada a la política? Como veremos, para Platón es necesaria esta unión, y la hace factible mediante la doctrina del “filósofo-gobernante”, que elabora a partir del intelectualismo moral de su maestro Sócrates. A continuación desarrollaré la redacción centrándome en la relación entre la ética y la política, y contraponiendo el punto de vista de Platón al de los sofistas; también responderé a otros problemas, como por ejemplo: ¿Debe ser el político un individuo moralmente bueno? ¿La ética influye en la política? ¿De qué modo?

[2. Desarrollo]

En la “Carta VII” Platón deja claro que uno de los objetivos de su filosofía es acabar con los males políticos de su época y para ello propone su doctrina del “filósofo-gobernante”, que afirma que los males de la humanidad no tendrán fin hasta que los que gobiernen sean los verdaderos filósofos. Esta doctrina tiene su fundamento en el intelectualismo moral de su maestro Sócrates, ya que para Platón la única que puede ofrecernos verdadero conocimiento sobre la esencia del Bien y de la Justicia es la filosofía. Esta última afirmación está, como hemos dicho, fuertemente ligada al intelectualismo moral (la virtud es conocimiento), y también a la teoría platónica de las Ideas, la cual afirma la existencia de ciertas realidades eternas, inmutables, absolutas, tales como el Bien en sí y la Justicia en sí.
Por lo tanto, para Platón la política será un arte que deberá producir una sociedad feliz y armoniosa, y para que la sociedad sea de ese modo es muy importante determinar quién la ha de gobernar. En efecto, para Platón los gobernantes deberán de ser personas sabias y virtuosas, tanto en su vida individual (ética) como en los asuntos públicos o en la vida política. De ahí un aspecto de la relación entre ética y política. Alguien que no conozca el Bien en sí y la Justicia en sí, no podrá gobernar bien un Estado, y será igual que si un ciego condujera a otros ciegos. En el mito de la caverna esto se ejemplifica claramente cuando el prisionero liberado, después de alcanzar la visión de las cosas auténticas (Ideas), baja a gobernar al resto de los prisioneros y a conducirlos por el camino adecuado. El gobernante filósofo será necesariamente mejor que el gobernante que acude a la política para enriquecerse, ya que el filósofo, al ser una persona justa (pues ha conocido la Justicia en sí), irá al gobierno como a algo ineludible, por puro sentimiento del deber.
En contraposición al punto de vista de Platón, tenemos el empirismo político de los sofistas, que acepta como bueno y justo lo que el pueblo considera como bueno y como justo; los sofistas no dan importancia a las cualidades morales de los gobernantes, dará igual que sean sabios y virtuosos, a fin de cuentas lo bueno y lo justo son para ellos convenciones o simples conceptos relativos. Lo importante es que sean buenos oradores.

COMENTARIO: La redacción se centra bien en el tema, abordando algunos aspectos de la relación ética y política como la relación entre la doctrina del filósofo gobernante y el intelectualismo moral, la necesidad de que los gobernantes sean a la vez individuos virtuosos y honestos, etc. El tema de la redacción es el hilo conductor de la misma. Además, hay que valorar positivamente los interrogantes que se formulan en la introducción, la referencia adecuada al mito de la caverna y a otros filósofos, así como el intento del alumno de contraponer el punto de vista de Platón con el de los sofistas. El alumno logra hilvanar la redacción introduciendo el penúltimo párrafo mediante el conector lógico de consecuencia “por lo tanto”, y el último párrafo mediante la expresión de arranque “En contraposición a”. Sin embargo, parece que la redacción queda inconclusa; falta una breve conclusión y/o síntesis de lo expuesto. Además, algunos aspectos de la relación entre ética y política podían haber sido también abordados. Por ejemplo, el paralelismo entre la justicia como virtud individual y la justicia del Estado (ambas son armonía entre partes); pero fundamentalmente la indisoluble vinculación que Platón establece entre el bien individual y el bien del Estado, entre la felicidad del individuo, por un lado, y la felicidad y la justicia del Estado, por otro; esta relación se funda en la idea griega de que la vida humana sólo tiene sentido en comunidad, por lo que la mejor manera de promover la felicidad y la virtud individuales sea lograr, mediante el arte de la política, un Estado justo y armónico.



REDACCIÓN 3: LA REALIDAD Y SUS FORMAS


[1. Introducción]
El título de esta redacción da por sentado que existen diferentes formas de realidad, y nos lleva a plantearnos los siguientes interrogantes: ¿Qué es lo real? ¿Hay efectivamente diferentes clases de realidad? ¿Hay cosas más “reales” que otras? En relación a esta última cuestión parece claro que, por ejemplo, una sombra es menos real que el objeto que la produce, pues sin éste no existirá la sombra. En esta redacción nos centraremos en la filosofía platónica y su visión ontológica. Para ello trataremos de ir respondiendo poco a poco a preguntas como las siguientes: ¿Qué clases o formas de realidad existen, según Platón? ¿Cuáles son sus diferencias y semejanzas? ¿Cómo se relacionan las distintas clases de realidad?

El núcleo de nuestra exposición será la Teoría platónica de las Ideas y trataremos de explicar también cómo afecta esta teoría de la realidad a otros ámbitos como el conocimiento o la política.

[2. Desarrollo]

Como se sabe, Heráclito defendía que la realidad estaba en un permanente devenir. Nada permanece constante, todo cambia. Platón acepta esta idea, pero modificándola a su manera. El dice que no todo deviene, ya que si todo cambiara, no existiría conocimiento sobre nada, porque cuando creyéramos haber conocido algo, para entonces ya habría cambiado, y el conocimiento verdadero y la verdad serían imposibles, tal y como defendían los sofistas con su escepticismo. En contra de esta opinión, Platón formula su Teoría de las Ideas, que afirma la existencia de un ámbito de realidades, superior al ámbito de las realidades sensibles. Así, aparte de las realidades sensibles, materiales, cambiantes, sometidas al nacimiento y a la muerte, accesibles a los sentidos y sobre las que no cabe conocimiento, existe otro ámbito de realidades (las Ideas) que se caracterizan por no ser materiales, por ser conceptuales, eternas (esto es, ingénitas e imperecederas), indivisibles, inmutables, accesibles sólo por medio de la inteligencia, y sobre las que sí cabe conocimiento. Platón no se conforma con esto, y en el símil de la línea (“Libro VI” de República) divide en dos cada uno de estos ámbitos de realidad. Dentro del mundo sensible distingue los objetos naturales y fabricados, por una parte, y las sombras o imágenes de éstos. Las realidades inteligibles se dividen a su vez en Ideas y objetos matemáticos, que, aunque pertenecen a lo inteligible, son sin embargo copias de las Ideas.

Además, Platón establece una jerarquía entre estos cuatro niveles de realidad, según su grado de realidad (más o menos real). Las cosas más reales y auténticas son las Ideas, seguidas de los objetos matemáticos, seguidos de las cosas naturales y objetos fabricados, y por último se encontrarían lo que Platón llama las imágenes. Para Platón lo menos real copia o imita lo más real; Así, las cosas sensibles y los entes matemáticos copian a las Ideas o participan de ellas. Por eso Platón considera que las Ideas son los modelos o arquetipos ideales que copian las cosas pertenecientes a un nivel inferior de realidad, y son, por tanto, la esencia o la causa del ser de esas cosas. En la cima de todas las Ideas se halla la Idea de Bien, lo máximamente real, pues todas las restantes Ideas participan de ella. Por otra parte, las Ideas son además subsistentes, es decir, existen por sí mismas, mientras que las cosas sensibles dependen ontológicamente de ellas, esto es, dependen de ellas para existir.

Pero, ¿qué consecuencias tiene esta concepción de la realidad para el conocimiento? Según Platón, a cada nivel de realidad le corresponde un nivel de conocimiento. Así, lo sensible se corresponde con la opinión o doxa, mientras que lo inteligible, con el conocimiento propiamente dicho o episteme. Especificando más, dentro del nivel de la episteme o conocimiento científico, a las Ideas les correspondería el nivel de la inteligencia y a los objetos matemáticos el del pensamiento. Luego, dentro del nivel inferior de la opinión, los objetos naturales y fabricados se corresponderían con la creencia, que es un nivel superior de opinión, mientras que las imágenes se corresponderían con la imaginación. Así, los niveles o grados de conocimiento están jerarquizados del mismo modo que los niveles de realidad, de modo que cuanto más real es algo, más claro y verdadero es el conocimiento que podemos alcanzar de ello y, por tanto, el mayor grado de conocimiento se corresponde con los objetos que tienen el mayor grado de realidad (las Ideas o esencias eternas).

Por otra parte, esta concepción dualista de la realidad influye directamente en la formación educativa del futuro filósofo gobernante. En efecto, el fin de la educación será alcanzar la verdad, pero la auténtica verdad versa sobre lo auténticamente real, y por tanto, sobre las Ideas, y en último término sobre la Idea de Bien, que es el fundamento de todo lo real. Todos los campos de la filosofía de Platón (política, ética, cosmología, teoría del conocimiento) se basan en la Teoría de las Ideas y la distinción entre dos mundos.

[3. Conclusión]

En resumen, la Teoría de las Ideas es el núcleo fundamental de la filosofía platónica, y tiene consecuencias en todo su pensamiento. Dicha teoría supone la existencia de dos niveles o formas de realidad: un nivel superior, al que Platón llama mundo inteligible, caracterizado por la inmaterialidad, la eternidad y la inmutabilidad; y un nivel inferior de realidad, el mundo sensible, caracterizado por ser material, cambiante, sometido al nacimiento y a la destrucción. El mundo sensible es menos real porque depende ontológicamente de las Ideas, las cuales constituyen su esencia, y a la cuales copia o imita. Toda la obra de Platón gira en torno a la distinción de estos dos niveles básicos de realidad, aplicados consecuentemente a los diversos campos.

COMENTARIO: La redacción se estructura en “Introducción-desarrollo-conclusión”. Hay que valorar positivamente los interrogantes que se plantean en la introducción, que demuestran que el alumno ha captado el problema filosófico que subyace al título. Igualmente, hay que valorar la mención de otros autores (Heráclito), aunque el alumno podía haber contrapuesto el punto de vista de Platón al de los sofistas, para quienes la apariencia se identifica con lo real, y lo real con la apariencia. El tema de esta redacción podía haberse abordado también tomando como referente la alegoría de la caverna, a la cual, por cierto, no se hace referencia alguna. Las partículas conectoras y las expresiones que figuran subrayadas no se hallaban originalmente, y han sido añadidas por nosotros con la intención de mejorar la cohesión de la redacción y de hilvanar mejor los párrafos y frases.











REDACCIÓN 4: LA MATEMÁTICA Y EL PROYECTO POLÍTICO DE PLATÓN

[1. Introducción]

El enunciado de esta redacción plantea la cuestión de la relación entre matemáticas y política en Platón: ¿Cuál es el papel que juegan las matemáticas en el proyecto político de Platón? Para responder a esta pregunta será necesario plantearnos antes algunas preguntas previas: ¿Cuál es el papel que juega la educación en general en el proyecto político de Platón? ¿Qué relación hay en general entre política y educación? Estas cuestiones, sin embargo, nos llevarán a plantear la relación entre ontología, por una parte, y educación y buen gobierno, por otra. Una vez aclaradas estas cuestiones estaremos en condiciones de determinar posteriormente el papel que las matemáticas desempeñan en el programa educativo de Platón así como en su proyecto político.

[2. Desarrollo]

En la “Carta VII” expone Platón la motivación fundamentalmente política de su filosofía. Después de haber vivido muy de cerca los avatares políticos que conmovieron la Atenas de su tiempo, llegó al convencimiento de que los males de la humanidad no tendrían remedio hasta que los gobernantes fueran filósofos, pues estaba convencido de que sólo la verdadera filosofía puede proporcionar al gobernante un conocimiento adecuado de lo que es justo y bueno. Influido por el intelectualismo moral de su maestro Sócrates, piensa que sólo si se conoce adecuadamente qué es la justicia, se puede obrar justamente, tanto en el terreno político como en el privado. Pero, frente al relativismo moral y al convencionalismo de los sofistas, el bien y la justicia no son para Platón conceptos subjetivos ni meras convenciones. En efecto, la teoría de las Ideas de Platón afirma la existencia de ciertas realidades eternas, inmutables, subsistentes, únicas, inmateriales, objetivas y accesibles al conocimiento. Entre estas realidades se encuentran los valores éticos y morales (la Justicia en sí, el Bien en sí, etc.), que el gobernante debe conocer, pues deben servirle de guía para el buen gobierno del Estado. Por ello, la educación de los futuros filósofos-gobernantes juega un papel  importantísimo en el proyecto político de Platón y tendrá como objetivo fundamental alcanzar el conocimiento de las Ideas, y sobre todo, de la Idea suprema de Bien. Pero, ¿cómo conseguir el objetivo que la educación se plantea? Es aquí donde entran en juego las matemáticas, las cuales cumplen al menos dos funciones importantes en relación al objetivo que Platón persigue:

En primer lugar, Platón considera que las matemáticas cumplen la importante función de obligar al alma a usar de la inteligencia para alcanzar la verdad en sí, esto es, el conocimiento de las Ideas, conocimiento indispensable para el buen gobierno de la polis. Como se explica en el “Libro VII”, los objetos de los que se ocupan las distintas disciplinas matemáticas (aritmética, geometría bidimensional, geometría tridimensional, astronomía y armonía) serían de esa clase de objetos que, al provocar en el alma sensaciones contrarias, estimulan la inteligencia y el pensamiento, y con ello hacen que el alma despegue de lo sensible y se eleve hacia lo conceptual y abstracto, lo cual es, como hemos dicho, el objetivo de la educación.

En segundo lugar, como refleja el mito de la caverna, el tránsito de la oscuridad a la luz, de la opinión al conocimiento y de lo sensible a lo inteligible, no puede realizarse bruscamente, pues la luz acabaría por deslumbrarnos. El prisionero liberado, necesita de un período de adaptación hasta poder mirar directamente al sol. Y esa es justamente la función que cumplen las matemáticas en la educación del filósofo-gobernante: hacer que su alma se adapte progresivamente a la verdad y a la luz. Por otra parte, recordando el símil de la línea (“Libro VI” de República), los entes matemáticos pertenecen, al igual que las Ideas, al género de lo inteligible, y, aunque se hallan en un nivel ontológico inferior al de las Ideas, tienen características similares a ellas: son inmutables, eternos, inmateriales, perfectos y accesibles sólo a la inteligencia, y no a los sentidos. Así pues, las matemáticas constituyen para Platón una especie de “preludio” o propedéutica de la dialéctica, que es el saber último que interesa al filósofo y, por ende, al político. Pero las matemáticas tienen importantes limitaciones, lo que lleva a Platón a no considerarlas propiamente conocimiento, sino sólo pensamiento (algo superior a la opinión pero inferior al conocimiento). Estas limitaciones tienen que ver con el método que utilizan, que parte de hipótesis de las que el matemático no da cuenta. De ahí que sólo la dialéctica pueda proporcionarnos la visión clara y precisa de la verdad que el gobernante necesita.

[3. Conclusión]

En conclusión, para Platón la salvación del Estado pasa por una educación adecuada de los que en el futuro han de gobernarlo. Esta educación debe estar orientada al conocimiento de los valores morales eternos y objetivos (Idea de Bien, de Justicia, etc.) que han de servir de guía para el buen gobierno del Estado. Las matemáticas cumplen aquí una función propedéutica, es decir, orientan, preparan y entrenan adecuadamente el alma antes de dedicarse a la ciencia más elevada (la Dialéctica), la cual permitirá  la contemplación de las Ideas mismas y, finalmente, de la Idea de Bien, cuyo conocimiento resulta imprescindible para el buen gobierno del Estado.


REDACCIÓN 5: CONOCIMIENTO Y OPINIÓN

[1. Introducción]

El título de esta redacción hace referencia a dos grados o niveles diferentes de conocimiento: la opinión (doxa) y el conocimiento propiamente dicho (episteme). En realidad, el problema que bajo este título se plantea es el problema del conocimiento de la verdad. ¿Es la verdad relativa a la opinión subjetiva de cada cual? ¿Vale lo mismo la opinión del sabio o la del hombre de ciencia que la del hombre corriente? ¿Son lo mismo opinar y conocer? En el caso de que contestemos que no, cabría preguntarse entonces: ¿es acaso posible alcanzar verdades objetivas y universales? ¿Sobre qué cosas u objetos es posible alcanzar tales verdades? Como es sabido, estas son algunas de las cuestiones que Platón se plantea y a las que intenta responder mediante su filosofía. A lo largo de esta redacción expondremos el punto de vista de Platón sobre estos temas que, como veremos, contrasta abiertamente con la postura de otros filósofos contemporáneos suyos, los sofistas, para quienes opinar y conocer son la misma cosa.


[2. Desarrollo]

Platón acepta de su maestro Sócrates que el conocimiento propiamente dicho (la episteme) ha de ser infalible, universal y objetivo. Además el conocimiento ha de tener por objeto lo auténticamente real (“lo que es”), y para Platón lo auténticamente real es lo que no cambia, lo que permanece estable y siempre idéntico a sí mismo. De todo esto se sigue que el conocimiento de las cosas sensibles no es posible, pues éstas no son ni permanentes ni estables, ya que se se encuentran, como dijo Heráclito, en permanente devenir, de modo que cuando creyéramos haberlas conocido, para entonces ya habrían cambiado. De las cosas sensibles no puede decirse propiamente que son verdaderamente, sino que están siempre llegando a ser (devienen). Por eso, de ellas tan sólo cabe simple opinión (doxa). En coherencia con este punto de vista, Platón considerará que las investigaciones de los filósofos de la naturaleza (Tales, los atomistas, etc.), son en cierto sentido inútiles, pues no pueden ofrecernos conocimiento, sino sólo opinión, pues se centran en el estudio del cambiante mundo físico.

La opinión es para Platón un nivel inferior de conocimiento, que tiene por objeto el mundo de las cosas sensibles, lo cambiante, lo aparente, lo que deviene, y no lo que verdaderamente es. La opinión es así un conocimiento superficial, aparente, poco fiable, relativo, vinculado a los sentidos y a las apariencias y, como su objeto, es cambiante e inestable. Pero entonces, si todo cambia, ¿no hay más que opiniones, y no hay conocimiento? Más allá de las realidades sensibles, Platón afirma la existencia de una clase de objetos inmutables, permanentes, inmateriales, eternos, no accesibles a los sentidos, pero sí a la inteligencia. Platón denomina a estas realidades “Ideas”. Al ser permanentes y estables, es posible alcanzar sobre ellas un conocimiento objetivo, universal e infalible. Por otra parte, habrá que dejar claro que, aunque la opinión no constituye verdadero conocimiento, no deja de ser una cierta clase de conocimiento, aunque de nivel inferior al de la episteme. Esto es lógico, porque el mundo sensible es una copia del mundo inteligible y, en esa medida, la opinión (si es opinión verdadera) nos aproxima, siquiera un poco, a las realidades inteligibles, que constituyen el modelo y la verdadera realidad. 

En el mito de la caverna el paso de la oscura caverna a la claridad del mundo exterior representa de forma simbólica el paso de la opinión al conocimiento, del mundo de lo opinable en el que viven la mayor parte de los hombres, al mundo del conocimiento, al que debe acceder el filósofo. Y en el pasaje de la línea, Platón distingue a su vez dos niveles de opinión y dos niveles de conocimiento. Así, dentro de la opinión distingue entre a) Imaginación, y b) Creencia. Por su parte, dentro del conocimiento distingue entre a) Pensamiento, y b) Inteligencia. Cada uno de estos cuatro subniveles epistemológicos se corresponde con un subnivel ontológico diferente, de modo que, a mayor grado de realidad, mayor claridad en el conocimiento, y viceversa.
Por otra parte, tal y como señalábamos en la introducción, el punto de vista de Platón es muy dife-rente al de los sofistas que, en general, defienden el relativismo epistemológico, según el cual toda verdad es siempre relativa. Expresión de este relativismo es la célebre sentencia de Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”. Así pues, para los sofistas no es posible un conocimiento objetivo y universal de lo real. Platón aceptará que el conocimiento que nos suministran los sentidos acerca del mundo material y físico es relativo, pero no el conocimiento (episteme) que nos suministra la inteligencia acerca de “lo que verdaderamente es” (las Ideas). En cambio, para los sofistas, lo que una cosa es,   no es algo diferente de lo que una cosa parece ser. Para ellos, las cosas son  lo que a cada uno le parece que son. En suma, ser y parecer son lo mismo. Ser verdadero y lo que a mí me parece verdadero son también lo mismo. Por lo tanto, lo mismo es conocer que opinar: toda opinión es verdadera para quien la dice y,  por consiguiente, no hay distinción entre opinión y conocimiento verdadero.

[3. Conclusión]
En resumen, conocimiento y opinión son para Platón dos niveles epistemológicos diferentes, que se corresponden respectivamente con dos grados ontológicos diferentes: el mundo inteligible y el mundo sensible. Mientras que el conocimiento versa sobre lo verdaderamente real, estable, permanente, eterno y perfecto, la opinión  versa sobre las apariencias sensibles, lo cambiante, lo perecedero, simples copias imperfectas del mundo inteligible, y es ontológicamente inferior. Platón está convencido de que el conocimiento verdadero y objetivo es posible, pues hay cierta clase de objetos conceptuales, eternos, inmateriales, que no cambian y que existen con independencia de las opiniones humanas. A estos objetos Platón los denominó Ideas, y sólo sobre ellas es posible el conocimiento. Cualquier saber que no verse acerca de ellas, sino acerca de lo cambiante y sensible, será tan sólo simple opinión.


REDACCIÓN 5: LA FUNCIÓN DE LA DIALÉCTICA EN EL PROYECTO POLÍTICO DE PLATÓN

[1. Introducción]

El título de esta redacción plantea el problema de la relación entre política y dialéctica o, dicho de otro modo, entre filosofía y gobierno de la polis. Platón expone en la “Carta VII” los avatares y convulsiones políticas de la Atenas de su época: la guerra frente a Esparta, el violento gobierno de los 30 Tiranos, la posterior restauración democrática de Trasíbulo, la injusta condena de su maestro Sócrates bajo el gobierno democrático, etc. Todos estos acontecimientos le llevaron al convencimiento de que todos los Estados estaban mal gobernados y de que los males de la humanidad no tendrían remedio hasta que los gobiernos estuviesen en manos de los filósofos. Esta es, en síntesis, la doctrina del filósofo-gobernante, en la que se aprecia claramente la influencia del  intelectualismo moral de Sócrates. El tema de esta redacción nos obliga a preguntarnos por el papel que juega la dialéctica en este proyecto político. Pero para contestar a esta cuestión será preciso que respondamos antes a otras preguntas previas: ¿Qué papel juega la educación en el proyecto político de Platón? ¿Qué función cumple la dialéctica en el programa educativo de Platón? Responder a estas cuestiones nos llevará a su vez a exponer los presupuestos ontológicos y epistemológicos en los que se sustentan tanto la educación como la política de Platón, por lo que será inevitable referirnos a la Teoría de las Ideas.

[2. Desarrollo]
Como dijimos antes, Platón propone como remedio a los problemas políticos de su tiempo un gobierno de filósofos, al considerar que sólo la filosofía puede ofrecer una visión adecuada de lo justo y de lo bueno, imprescindible para que los gobernantes se conduzcan recta y sabiamente como individuos y para que gobiernen sabiamente encaminando el Estado hacia la justicia, la felicidad y la armonía.  Como se sabe, Platón rechaza la democracia como forma de gobierno, pues ésta se basa en el supuesto de que cualquiera está capacitado para dirigir el destino político del Estado. Por contra, propone como gobierno ideal una especie de aristocracia o gobierno de los mejores, pero bien entendido, pues se trata de una aristocracia del saber y de la virtud, no del linaje o de la sangre. Sólo un gobierno así puede ponernos a salvo de la incompetencia, de los abusos y de la ambición de los gobernantes corrientes. Este es, en suma, el núcleo fundamental de la propuesta política de Platón.
De lo anteriormente dicho puede deducirse el importante papel que la educación de los futuros gobernantes juega en esta propuesta política. Es el Estado el que debe de educar en la filosofía y en otras disciplinas a los futuros gobernantes. Para ello deben elegirse las mejores naturalezas, aquellas que posean dotes naturales adecuadas para el estudio y destaquen también por cierta predisposición natural a la virtud. La educación consistirá en lograr que estas naturalezas bien dispuestas se encaminen hacia el conocimiento de lo verdadero, de lo bueno y de lo justo. Para ello, el alma debe volverse hacia lo inteligible, apartándose de lo sensible. Para entender esto es inevitable referirnos a la teoría de las Ideas, que constituye el núcleo fundamental de la filosofía platónica. La teoría de las Ideas afirma que, aparte de las realidades sensibles, cambiantes, materiales y sometidas al nacimiento y a la muerte, existen ciertas realidades superiores, ingénitas e imperecederas, inmutables, inmateriales, abstractas, indivisibles, accesibles sólo a la inteligencia, y que constituyen las esencias de las cosas sensibles y los paradigmas o arquetipos ideales que las cosas sensibles copian. A estas realidades Platón les da el nombre de “Ideas”. Sólo de ellas puede haber conocimiento en sentido estricto (episteme), mientras que de las realidades sensibles, aparentes y cambiantes, tan sólo puede haber simples opiniones (doxa), jamás conocimiento. Entre las Ideas destacan la Justicia en sí, la Belleza en sí, etc., y, en la cima de todas ellas, el Bien en sí. Frente al relativismo de los sofistas, Platón defenderá, pues, la existencia de ciertos valores éticos y estéticos objetivos, inmutables y eternos cuyo conocimiento es indispensable para que sirva al gobernante de guía en el gobierno de la ciudad.

Y aquí es donde entra en juego la dialéctica. La dialéctica es el saber acerca de las Ideas y sus relaciones, el conocimiento de las esencias eternas e inmutables de las cosas, cuyo término final es la visión del Bien en sí o Idea suprema, la cual es el fundamento de todo lo real y la expresión suprema del orden racional que gobierna el mundo, a imitación del cual el gobernante deberá gobernar el Estado. Sin embargo, la dialéctica requiere como preparación y entrenamiento previo el cultivo de las matemáticas, que constituyen, por así decirlo, su preludio o antesala. Platón distingue además entre la dialéctica ascendente y la descendente. La primera representa el camino que el alma debe recorrer desde los objetos matemáticos hasta las Ideas, partiendo de hipótesis que se tomarán como simples supuestos que servirán de trampolines o peldaños para ascender hasta las Ideas. A partir de ahí, el alma, valiéndose exclusivamente del poder dialéctico de la razón, de argumentos y refutaciones, debe ir de Idea en Idea, sin recurrir a nada sensible, hasta alcanzar el Bien en sí. Esto se refleja muy bien en el mito de la caverna, en el que la dialéctica ascendente está representada  por el camino que recorre el prisionero liberado a partir del momento en que sale al exterior de la caverna, y que culmina con la visión del sol (representación metafórica de la Idea de Bien). Por otra parte, la dialéctica descendente consistirá en la aplicación del conocimiento alcanzado acerca de lo inteligible y eterno, al mundo de lo sensible, y en particular al ámbito político. En efecto, una vez contempladas la Idea de Bien y las restantes Ideas, el filósofo debe ocuparse de los asuntos humanos y asumir la dirección política de la polis, gobernando el Estado y su propia vida a la luz del conocimiento de esos principios eternos. En el mito de la caverna esto se representa simbólicamente con la vuelta del prisionero liberado al mundo de sombras en el que viven sus antiguos compañeros de prisión.

[3. Conclusión]
En conclusión, y contestando directamente al título propuesto, Platón rechaza la democracia y otras formas de gobierno, y en su lugar propone, como solución a los problemas políticos de su tiempo, el gobierno de los mejores en virtud y en saber. Esta propuesta política se completa con un ambicioso programa educativo que persigue como objetivo final formar a ciertos individuos en el conocimiento de las esencias inmutables y  eternas, a la luz del cual serán capaces de gobernar sabia y rectamente. Y justamente este conocimiento es el que nos proporciona la ciencia dialéctica, la cual requiere del cultivo de las matemáticas como propedéutica o preparación. La dialéctica es, pues, la ciencia suprema y el remate de las demás disciplinas en las que deberán educarse los futuros filósofos-gobernantes, los cuales tomarán el Bien en sí como guía y modelo para gobernar, tanto a sí mismos como a la ciudad.



REDACCION VI

Educación y conocimiento de la verdad en el pensamiento de Platón. (BORRADOR)

Introducción: En esta redacción se nos plantea el problema de la relación que existe, en el pensamiento platónico, entre la educación y el conocimiento de la verdad. De entrada, cabría decir que según el planteamiento platónico el conocimiento de lo verdadero depende estrictamente de la educación, en la medida en que sólo a través de ella puede alcanzarse un verdadero conocimiento de la realidad que nos rodea.
Para entender esta idea, es necesario referirse en primer lugar al dualismo ontológico y epistemológico característico de Platón.
Dualismo ontológico: mundo sensible / inteligible
Dualismo epistemológico: opinión / episteme

Hombre no educado: sólo conoce lo sensible, su saber es mera opinión (podemos aludir aquí al mito de la caverna: hombre no educado como prisionero de su ignorancia y desconocedor de la verdadera realidad)
Educación: proceso que consistirá en trascender el ámbito de lo sensible para alcanzar el conocimiento de las ideas, verdadera realidad y fundamento de lo sensible, que es mera copia o reflejo de ellas y en último término de la idea del bien.
Mito de la caverna refleja cómo este proceso requiere de un gran esfuerzo y que es un camino no exento de dificultades.

Concepción platónica de la educación:
- Se opone a la sofística: concepción dogmática
- El alma posee ya la virtud del conocimiento, pero tiene que dirigirla hacia el lugar adecuado: función correctiva de la educación (mayéutica socrática)

Conocimiento de las ideas exige un paso previo: matemática como propedéutica.
Educación termina cuando se alcanza la idea del bien.
Quienes han sido educados y conocen, por tanto, la idea del bien, deberán dedicarse al gobierno de la polis: sentido práctico de la epistemología platónica.




Autor: Roy Jackson
Uno de los legados más duraderos de la filosofía de Platón, es la importancia que concedió a la educación. En la actualidad, la mayoría de nosotros considera la educación estatal como algo natural, pero en tiempos de Platón no se consideraba un deber del estado, y no era necesariamente algo estimable. La polis de Esparta, a la que muchos envidiaban por su estricta disciplina y su orden, era conocida por su renombrada estupidez. Aunque Esparta poseía un sistema educativo, el contenido y los métodos de enseñanza eran radicalmente diferentes de los que Platón proponía.
Incluso en Atenas, los aristócratas eran los únicos que recibían una educación decente, y ésta se dejaba a la iniciativa de individuos y organizaciones privadas.

Platón no era tan radical como para proponer una educación igual para todos, sino que la educación que él describe se limita a la clase de los guardianes. Su polis ideal mantendría la esclavitud, mientras que la clase de los productores, probablemente, recibiría una instrucción limitada a lo necesario para realizar sus tareas adecuadamente. Sin embargo, consideraba de gran importancia una correcta formación para afrontar la responsabilidad de las tareas de gobierno, y pensaba que una buena educación favorecía los intereses del estado.

Uno de los aspectos importantes, es cómo pensaba Platón que debía enseñarse. Sus métodos educativos y su actitud respecto del proceso de aprendizaje, dice mucho sobre sus ideas en torno a la psicología humana y sobre su filosofía. Sócrates, claro está, pensaba que nada podía enseñarse, sino tan sólo encaminar a los demás en la buena dirección, y esta idea es la que Platón propone. No se puede obligar a nadie a aprender, ni podemos abrir las cabezas para meter los conocimientos en ellas. Sólo se puede mostrar el camino, para que cada cual piense por sí mismo.

LOS CUATRO ESTADOS DEL ENTENDIMIENTO
Las ideas de Platón sobre el proceso educativo van en la línea de sus convicciones metafísicas: la creencia en la existencia de una Verdad, una realidad, un mundo de las formas. La mejor educación posible es, por tanto, el acceso al conocimiento de las formas y, especialmente, a la forma del bien. El mito de la caverna es también una metáfora sobre el proceso educativo. Conforme el prisionero liberado realiza su particular viaje hacia la salida de la cueva y contempla por primera vez , con dolor, la luz del día, está llevando a cabo un proceso de aprendizaje. Otra forma de imaginárselo, es compararlo con el ascenso por una escalera, peldaño a peldaño, hasta llegar a lo más alto. Estos peldaños son los del entendimiento, y se dan cuatro pasos fundamentales:
Eikasia
La primera fase se encuentra al principio de la escalera, y es el punto en el que, a juicio de Platón, se encontraba la mayoría de los atenienses. En la caverna, está representado por los prisioneros atados al fondo de la cueva y, de igual forma, en el personaje de Polimarco, que rápidamente acepta la tradición y es incapaz de un pensamiento crítico. En un sentido metafísico, es la aceptación del mundo de lo aparente, que Platón lla¬maba eikasia, el mundo de las imágenes. Así, uno puede tenerse por persona moral, sólo porque los dioses lo ordenan.
Pistis
La segunda fase requiere un gran esfuerzo. Se necesita romper con la seguridad y comodidad de la creencia de que `Dios está en los cielos y todo está bien en la Tierra'. Es entonces cuando se empieza a desarrollar un pensamiento crítico, y se cuestionan por primera vez las convenciones. En La república, el personaje de Glaucón podría entrar en esta categoría. Platón llama a esto pistis o `confianza'. Se está ya en la fase de conocimiento, pero se siguen considerando válidas las creencias, aunque ahora es imposible justificarlas. Por ejemplo, se sigue pensando que, digamos, matar es un acto inmoral, pero no es posible sostener ni defender esta afirmación sustancialmente.
Dianoia
La tercera fase se encuentra mucho más arriba en la escalera del conocimiento. Platón la denominaba díanoia o `pensamiento'. En este punto se puede participar en un pensamiento razonado. No sólo se cree en las cosas, sino que se pueden defender mediante un discurso lógico y razonado. Aunque no se posee conocimiento perfecto, se ha llegado a la noción abstracta de realidad. A través del estudio de la ciencia, las matemáticas y la geometría, se traba conocimiento de los conceptos abstractos y universales. Como ejemplo un tanto burdo, consideremos un perro y un gato, y concentrémonos, no tanto en sus diferentes naturalezas (uno es un perro y el otro es un gato), sino en la unidad y la universalidad de la operación matemática, uno más uno son dos, para llegar a que un perro y un gato suman dos animales. Sí, evidentemente, ¡todos somos capaces de operaciones matemáticas más complejas que ésta!
Episteme y noesis
El cuarto y último escalón fue denominado por Platón episteme y noesis conocimiento e inteligencia, respectivamente. Éste es el estado verdaderamente filosófico, apartado por completo de lo aparente, y partícipe del mundo de las formas. Más que mediante el razonamiento a partir de unas premisas, se llega a las conclusiones mediante la aprehensión y la percepción de la estructura del conocimiento en su totalidad. Es el estado de iluminación, cuando el prisionero de la caverna es capaz de contemplar el Sol mismo. En un sentido algo más práctico, se puede llegar, mediante el método dialéctico de la conversación, hasta el verdadero significado de conceptos tales como la justicia.

EL CURRICULUM
Para ascender en la escala del conocimiento, los hijos de los guardianes, en la polis ideal de Platón, recibirían un estricto currículum educativo que consta de tres elementos:
• Mousike (artes liberales)
• Gymnastike (educación física)
• Matemáticas
Para ser buenos guardianes, es necesario mantener un buen equilibrio entre estos tres elementos.
Mousike (artes liberales)
Aunque mousike podría traducirse por `música', tenía un sentido más amplio en la época de Platón que en la actualidad, ya que cubría todas las artes liberales. Platón reconoce la gran influencia que la literatura, el teatro y la música tienen en la formación del carácter y es sabedor de su importancia como herramienta educativa. En nuestra sociedad, es bien conocido cómo los más pequeños aprenden nuevas ideas en las guarderías gracias a los juegos, los cuentos, la música y las canciones.
De igual forma, Platón pensaba que las artes podían tener una poderosa influencia negativa en el carácter. Los niños atenienses crecían a base de una abundante dieta de dramaturgos como Homero y Hesiodo. Platón los consideraba más perjudiciales que beneficiosos; el único resultado es un carácter como el de Polimarco, demasiado apegado a las creencias presentadas en sus obras. Como consecuencia de todo esto, Platón propone una revisión radical de la enseñanza de las artes:
• Prácticamente la totalidad de las obras de Homero y Hesiodo serían retiradas, ya que representan a los héroes y dioses tradicionales como consumados mentirosos, ladrones, impostores, adúlteros, etc.
• Sólo se promoverían aquellas historias que presenten a los dioses perfectos, honestos y veraces. Deben tener fuerte contenido moral, que aliente la conducta virtuosa, antes que predicar la inmoralidad.
• En los tiempos de Platón, los niños aprendían los mitos mediante la representación, lo que se denominaba mimesis ('imitación'). Platón pensaba que tales representaciones eran perjudiciales, ya que la interpretación de personajes inmorales podía dejar una marca indeleble en sus jóvenes espíritus. Por tanto, la representación se limitaría sólo a los personajes moralmente honestos. Los guardianes deben tener una unidad mental y no un carácter fragmentado.
También la música y las canciones deben ser limitadas. No puede permitirse ningún tipo de música que induzca a la ociosidad, la ligereza, la autoindulgencia o a una relajación del autocontrol. La música debería utilizarse sólo para expresar orden, armonía y belleza.
Gymnastike (educación física)
Un carácter equilibrado requiere también educación física o `gymnastike'.
• El entrenamiento físico ayuda a mejorar la salud y es una preparación para la guerra.
• La dieta será simple, con la exclusión de los manjares, como medida preventiva. p
• Los jóvenes guardianes visitarán los campos de batalla para presenciar las operaciones militares, como preparación para la edad adulta.

Matemáticas
Cuando Platón se refiere a que su polis ideal debe ser gobernada por reyes filósofos, a menudo se tiene en mente, erróneamente, al típico sabio `con la cabeza en las nubes'. Sin embargo, Platón imagina a su filósofo, no sólo con espíritu práctico, sino también experto en ciencias. Las matemáticas estimulan el razonamiento y debe favorecerse desde edades tempranas.
• Los niños más pequeños no deben ser forzados al estudio de las matemáticas, pero deben aprender sus técnicas mediante el juego.
• A una edad más madura, los jóvenes guardianes deben estudiar aritmética, geometría, astronomía y armonía.
El interés que Platón muestra por la moralidad de los héroes tiene un paralelismo con nuestra actual preocupación por la influencia de la cultura popular. Sin embargo, su afán censor es excesivo, y es discutible que la ignorancia de toda inmoralidad sea realmente beneficiosa. Platón fue el primer pensador que consideró la educación como algo importante en la formación del carácter, más que como mera instrucción o adquisición de conocimientos. No hizo ninguna mención a graduaciones, ni a exámenes, ni sobre la conveniencia de formar expertos en temas concretos.
El sistema educativo americano sigue las directrices platónicas, poniendo mayor énfasis en adquirir valores sociales y morales, y establecer vínculos con los demás, mientras que los objetivos académicos se reservan para la educación secundaria. También Platón hace un tratamiento especial de los más pequeños, cuya capacidad de razonamiento está aún limitada. Sin embargo, puede criticarse la imposición de la enseñanza de los valores sociales a una edad demasiado temprana, sin permitir al individuo que desarrolle la capacidad de discernir el bien del mal. Pese a esta concordancia, esta rigidez en la escolarización y censura excesiva, Platón consideraba que más adelante serían capaces de suficiente autonomía intelectual para investigar por sí mismos.

9 comentarios:

  1. Una pena que no me tocara el lote, yo queria platon, cucharon, cuchillon, sartenon, ... y me tengo que conformar con un bason.

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  2. Gracias por tu ayuda. Mañana a tope de examen :)

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  3. Mañana examen de Platón. Reacción teórica y pregunta 4. El primer examen de filosofia del año...

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  4. ME SALVASTE LA VIDA! =)
    toda esta información es ORO!
    muchisimas gracias!^^

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  5. La filosofía en una asignatura que está ya muy obsoleta. Menos mal que con la nueva Ley de Educación se va a la calle!!! Es la cosa más razonable que ha hecho este gobierno en este ámbito.

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    1. Tu eres tonto o que

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    2. "La filosofía en una asignatura que está ya muy obsoleta. Menos mal que con la nueva Ley de Educación se va a la calle!!! Es la cosa más razonable que ha hecho este gobierno en este ámbito."
      Tú eres tonto a que?

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